Arrancada del suelo por el viento, por poseer delicadas raíces, se convierte  en viajera incansable  a través de estepas y desiertos.  

Esta caminante perenne tiene el privilegio de acompañarte durante muchos años. Puedes ofrecerla como legado a tus seres queridos para que continúe su peregrinar; muchas familias la han tenido por varias generaciones y por más de un siglo.

Cuenta la leyenda que la Rosa de Jericó se posó ante los pies de La Virgen y Jose con su hijo en brazos cuando atravesaban las llanuras de Jericó mientras huían a un destino cruel dictado por Herodes y la Rosa de Jericó iba siguiendo a la Sagrada Familia y reverdeciendo en su andar, y que,   cuando El Salvador expiro en la cruz, todas las plantas de Jericó se secaron y murieron al mismo tiempo.

La Rosa de Jericó despierta de su letargo milenario para regalarnos la gracia del Espíritu de Dios y,  sin pedir nada a cambio sólo requiere un poco de agua en un cuenco para verla  renacer.
 

Preciada reliquia traída de Afganistán para llenar de gracia tu casa o negocio, siempre te colmará de bendiciones ya que desde lejanos tiempos  se considera un talismán viviente, sólo por el milagro de vida que representa verla resucitar ante tus ojos.